El cierre de tambos, la imposibilidad de levantar cosechas, los conflictos en las prestadoras de servicios, las calles convertidas en canales y hasta la partida de sus habitantes, son algunas situaciones que se viven en los pueblos de Banderaló, Cañada Seca, Coronel Charlone, Emilio V. Bunge, Piedritas, Santa Eleodora, Santa Regina, Villa Saboya y Villa Sauze.
Desde hace 15 meses las abundantes lluvias acontecidas en el noroeste bonaerense y los excesos hídricos que drenan de otras provincias afectan fuertemente a las localidades rurales de General Villegas. Las consecuencias sociales y económicas son realmente importantes, aunque los pobladores aseguran que serán mayores en los próximos meses.
El cierre de tambos, la imposibilidad de levantar cosechas, los conflictos en las prestadoras de servicios, las calles convertidas en canales y hasta la partida de sus habitantes, son algunas situaciones que se viven en los pueblos de Banderaló, Cañada Seca, Coronel Charlone, Emilio V. Bunge, Piedritas, Santa Eleodora, Santa Regina, Villa Saboya y Villa Sauze.
Un trabajo realizado por Pueblos Unidos, un grupo conformado por vecinos de las distintas poblaciones, asegura que estas localidades “están rodeadas por extensas masas de agua” y que sus actividades económicas, relacionadas en su mayoría con el campo, se ven seriamente afectadas. Asimismo, advierte que en las poblaciones más aisladas “se van quedando sin insumos y sin poder acceder de forma directa a la salud y a la educación” y comienzan a visualizarse “sufrimientos psicológicos”.
En este marco, llaman a “generar espacios nuevos de contención social, de creación de proyectos y lazos solidarios” para “salir de la inmovilización y el aislamiento que sólo agravan los síntomas”.
“Las secuelas que deja todo esto son complicadas”, le contó a DIB el delegado municipal de Charlone, Walter Reyna, quien explicó que por la falta de actividad en los campos hay trabajadores que hoy se encuentran con inconvenientes económicos y deben ser asistidos por el Municipio con “lo indispensable para subsistir”.
Por otra parte, al menos 30 tambos cerraron definitivamente en el interior villeguense y otros tantos disminuyeron su producción de manera significativa. Asimismo, se perdieron incontables cosechas y se teme por las siembras a futuro.
La situación de la Cooperativa Tamberos Unidos de Charlone, que también recibe leche de Cañada seca y Santa Regina, es un ejemplo que grafica la crisis que transita la región en el sector lácteo: en dos años disminuyó su producción de 120 mil litros a 40 mil.
Según señala el informe, “el 90 por ciento de los productores de Charlone” que abastecían a esta cooperativa “cerraron, vendieron o trasladaron sus tambos”, situación que se vio agravada en este pueblo (de 1.300 habitantes) por cierre de la planta local de Sancor.
“Había alrededor de 35 tambos y hoy quedaran 15 que continúan produciendo de manera disminuida”, confirmó Reyna. El delegado detalló que muchos “se han reubicado en otras zonas”, aunque “no se sabe hasta cuándo”.
En tanto, en Bunge, de casi 2 mil habitantes, los tamberos que tuvieron que claudicar fueron 14 que en su mayoría vendieron “la totalidad de sus vacas”, mientras que alrededor de otros 20 establecimientos buscan subsistir a pesar de haber disminuido drásticamente sus producciones.
Allí, la fábrica de quesos Remotti pasó de trabajar con 92 mil litros de leche diarios a hacerlo con sólo 57 mil, trayendo incluso producción de tambos de otros distritos. Según el informe vecinalista, entre noviembre de 2016 y abril de 2017 se contabilizaron en la localidad las pérdidas de 1664 vacas y de 46.235 litros diarios de leche.
Finalmente, en Santa Regina, de poco más de 500 habitantes, fueron 5 los establecimientos que cerraron sus puestos. Uno de ellos empleaba a 24 personas.
Pero los conflictos económicos en la región no son sólo una particularidad del sector lácteo, también se sienten en la ganadería y en la siembra, donde a las tierras inundadas hay que sumarle el anegamiento de caminos que no permite sacar la producción. En total son 600 mil hectáreas afectadas de las 726 mil que componen el distrito.
“La situación económica no es buena y me animo a decir que todavía no empezó la etapa más crítica. El problema más grande se va a ver de acá a por lo menos un año porque la gente no pudo sembrar y no va a haber cosecha”, explicó Diego Domínguez, delegado municipal de Cañada Seca.
Como si fuera poco, la situación hídrica en el distrito de Villegas generó que algunos vecinos decidan abandonar sus pueblos. Según advierte el informe de Pueblos Unidos fueron 14 las personas que resolvieron dejar Villa Saboya, una localidad de poco más de 300 habitantes.
En tanto, en Santa Regina, que tiene sus accesos muy complicados, partieron “alrededor de 10 personas” que eran del lugar y algunos trabajadores “golondrina” de los tambos que cerraron, le detalló a DIB la delegada municipal, María Smith.
La funcionaria aceptó que el número “es bastante para el nivel del pueblo”, aunque aclaró que hoy “la gente ve que se van arreglando los caminos y está más tranquila”.