La mayoría de los analistas nos cuentan que gran parte de la victoria de Donald Trump puede explicarse por el fracaso de las políticas y las decisiones económicas implementadas por el Gobierno anterior en los Estados Unidos de América.

Ligado a esto advertimos el malestar en más de la mitad de los ciudadanos norteamericanos. “Es el fracaso de la política tradicional” nos dicen. “La Política no está dando las respuestas necesarias para mantener y mejorar un buen estándar de vida en E.E.U.U.” “Desatender a los ciudadanos facilita el arribo de outsiders de la política”.

Pero hay algo más, algo menos perceptible, pendular y que no deja de retornar. Pareciera que los hombres se tomaran largos descansos respecto de muchos beneficios personales, libertades públicas y derechos adquiridos con anterioridad. Situación de relax frente a bondades que parecieran venir con la vida misma, a las que nos acostumbramos desde que vamos aprehendiéndolas, pero que en verdad llegaron a mejorar nuestra existencia a partir de la lucha, el trabajo y la vida de nuestros ancestros.

En la medida que los ciudadanos decidamos priorizar el disfrute de una vida confortable.

En la medida que se imponga la pereza intelectual por sobre el deseo de aprender y progresar. 

En la medida en que los poderosos nos sigan embelesando con cosas que no nos sirven para nuestra vida y que no nos mejoran. 

En la medida que sigamos defraudando a nuestros antepasados creyendo que la libertad de expresión; la igualdad de género; la idea de preservar el planeta; la idea de incluir socialmente a quienes tienen alguna discapacidad; la no injerencia de la religión en la educación; la libertad de culto; el derecho a viajar y vivir en el lugar del planeta que más nos guste; los derechos de los niños a estudiar, a jugar y no trabajar; los derechos a reunirnos libremente; la abolición de la esclavitud; la división de poderes; el federalismo; el derecho a asociarse, los derechos jubilatorios, los derechos sociales, los derechos de los animales; la idea de universalidad de los derechos humanos; el derecho al trabajo y a la seguridad social, los derechos laborales y sindicales; el derecho a la libre determinación de los pueblos; la eliminación de todas las formas de discriminación; el derecho a la identidad, el derecho a la vida y todos los logros que han permitido mejorar la convivencia entre los hombres y hacerlos más libres y seguros; no van a seguir facilitando nuestra vida si no trabajemos por ellos cada día. 

No es casual que en este mundo aparezcan gobernantes como Trump, Rajoy, Maduro, Putin o Temer. Sin dudas que los gobiernos que los precedieron hicieron mucho para que ellos se erigieran líderes de sus naciones, pero seguramente se acercan tiempos donde cada uno de nosotros, cada comunidad organizada, cada Nación Libre y las Organizaciones Internacionales deberán crear ámbitos de discusión y trabajo porque nos están pasando cosas que, de no reaccionar, van a hacer tristes, duras y opacas nuestras vidas.